En plena temporada de grados en Cartagena, Colombia, las redes sociales se han llenado de imágenes de estudiantes celebrando sus metas académicas. Entre sonrisas, abrazos y lágrimas de orgullo, familias enteras comparten la alegría de ver a sus hijos avanzar a una nueva etapa. Sin embargo, una fotografía reciente ha destacado por su profundo significado y por la emotiva historia que lleva detrás.
En la imagen, un joven aparece frente a una tumba sosteniendo su diploma recién obtenido. La dedicatoria que acompaña la escena, “Lo prometido Nito, aquí está tu hijo”, ha tocado el corazón de miles de usuarios. El gesto no solo refleja amor y gratitud, sino también la fuerza de un compromiso familiar que trasciende la ausencia.
El joven es hijo de Rafael José Barragán Blanco, reconocido líder social y comunitario del barrio Nelson Mandela, quien perdió la vida en un incidente ocurrido el 4 de octubre cerca de su vivienda. Su labor se destacó por años gracias a su participación en la Corporación Colombia Nueva, su trabajo en la Secretaría de Participación y su impulso al emprendimiento local a través del portal ADN Caribe, donde promovía negocios de pequeñas familias y destacaba historias positivas de su comunidad.
Gracias a su formación en derechos humanos y su compromiso con los procesos de construcción de paz, Barragán viajó a Europa para recibir preparación especializada, conocimientos que aplicó al regresar a Cartagena para fortalecer iniciativas sociales. En el momento del lamentable hecho, aún se encontraban bajo investigación los detalles del caso y no se habían establecido responsabilidades.
Rafael también estudiaba Logística Humanitaria Internacional en una universidad en España, gracias a una beca obtenida por su trayectoria en proyectos comunitarios. Además, estaba próximo a finalizar su preparación como promotor social, metas que quedaron suspendidas por la situación que atravesó.
Aunque “Nito”, como le decían cariñosamente, no pudo culminar sus estudios ni continuar con sus proyectos, su hijo decidió llevar el logro académico hasta su lugar de descanso para demostrar que el legado de esfuerzo y dedicación continúa. Vestido con toga y birrete, el joven expresó simbólicamente que ambos alcanzaron esa meta, reafirmando que el apoyo y el orgullo entre padre e hijo permanece más allá del tiempo.
La escena ha generado mensajes de respeto y solidaridad, recordando la importancia de valorar a quienes impulsan el progreso social y de reconocer el impacto positivo que dejan en sus comunidades.




