
María Díaz, madre de Octavio Dotel, lo despide con dolor y fe tras el colapso en Jet Set; el exlanzador murió apoyando a su amigo Rubby Pérez.
Santo Domingo, República Dominicana – La mañana del viernes, la parroquia Jesús Maestro se convirtió en un lugar de profundo recogimiento. Familiares, amigos y feligreses se reunieron para rendir homenaje a las víctimas del trágico colapso ocurrido en la discoteca Jet Set.
Entre oraciones, cantos y llanto, una figura captó todas las miradas: María Magdalena Díaz, madre del exlanzador de Grandes Ligas Octavio Dotel.
Vestida de negro, pero mostrando fortaleza a través de su fe, María regresó a suelo dominicano luego de interrumpir un viaje espiritual en Israel.
Esta peregrinación, que comenzó el 29 de marzo, tenía como objetivo renovar su bautismo y buscar dirección divina. Sin embargo, mientras recorría lugares sagrados en Jerusalén, recibió la noticia que más temía: su hijo estaba en cuidados intensivos tras el derrumbe en el Jet Set.
“Ay, mi hijo”, fue lo único que pudo decir al enterarse, aunque aún no tenía la confirmación oficial de su presencia en la discoteca. Su corazón de madre, sin embargo, ya sentía lo peor. Y lamentablemente, no se equivocaba.
Octavio Dotel era muy conocido por participar en los populares “lunes de merengue” en el Jet Set. Esa noche asistió para apoyar a su amigo, el merenguero Rubby Pérez, quien también fue víctima del derrumbe. Fue un acto de amistad y cariño lo que lo llevó al lugar donde su historia se apagaría para siempre.
La misa concluyó a las 10:08 de la mañana con la emotiva canción “Yo te extrañaré” del grupo cristiano Tercer Cielo.
Mientras la melodía sonaba por todo el templo, María no pudo contener más su dolor y rompió en llanto, rodeada por su comunidad de fe. Sus lágrimas no solo mostraban tristeza, sino también el golpe a su espíritu por la pérdida de su hijo, un hombre que representó al país con orgullo y que vivía una etapa profunda de crecimiento espiritual.
Octavio era miembro activo del Ministerio Cielos Abiertos, dirigido por el pastor Marcos Yaroide. Había participado recientemente en el campamento cristiano “Legendarios República Dominicana”, donde buscaba acercarse más a Dios. Según Yaroide, “Dios preparó el escenario en la montaña para acogerlo en su santo seno.”
Durante ese proceso de reflexión, Octavio dejó temporalmente su retiro espiritual para acompañar a su amigo Rubby Pérez en una noche especial. Fue un gesto de lealtad que terminó en tragedia.
Mientras tanto, su esposa, Massiel Dotel, no se encontraba en el país al momento del accidente. Ella estaba en Nueva York por compromisos personales y, al recibir la noticia, tomó el primer vuelo disponible con escala en Nueva Jersey para estar junto a su esposo en esos momentos finales.
La historia de Octavio Dotel ha tocado el corazón de toda una nación. Su partida deja un gran vacío, pero también un legado de amor, fe y compañerismo que será recordado por siempre.