“Él amaba mucho su trabajo, era muy entregado a su labor y todos los días nos contaba cómo le había ido. Nunca tuvo problemas y sus turnos eran normales. Mi mamá se comunicaba con él todos los días. El día antes de que pasara todo almorzó con nosotros y se fue a trabajar como si nada. Lo último que nos dijo fue ‘nos vemos mañana’, y al día siguiente nos enteramos por los medios de comunicación de lo que había pasado”, relató a Q’HUBO Juliana Muñoz, hermana de Miguel.
De manera infame, el dragoneante del Inpec, Miguel Ángel Muñoz Llanos, de 27 años, fue asesinado durante un ataque perpetrado a la salida de la cárcel La Modelo, en la carrera 56 con calle 18A, barrio Puente Aranda, Bogotá, Colombia, el pasado viernes 3 de octubre. Su familia exige que este vil ataque, en el que además otros tres funcionarios resultaron heridos, no quede impune.
“Yo ese día me encontraba trabajando y nadie de allá nos notificó. Cuando mi mamá me llamó fue para decirme que había visto en las noticias que había ocurrido un atentado y me pidió que llamara a Miguel. Luego llamamos a un compañero y él nos confirmó la muerte de mi hermano. En ese momento empezamos a preguntarnos por qué él. Miguel nunca manifestó amenazas ni problemas; era muy juicioso, se dividía entre su trabajo y su casa, respondía por sus tres hijos y por mi abuelita, y no sabemos qué pudo haber pasado”, agregó Juliana.
Familia de dragoneante asesinado exige respuestas sobre vulnerabilidad de los guardias
Según un video revelado por un medio de comunicación, Miguel y sus compañeros J. Vázquez, C. Martínez y otro guardia salían de su turno a las 6:30 a. m. Pasaron por la entrada principal y se dirigían a la garita donde debían dejar sus uniformes y finalizar formalmente su jornada, cuando fueron atacados por un sujeto que se movilizaba como parrillero en una moto y abrió fuego de manera indiscriminada contra los cuatro guardianes.
“La verdad uno se pregunta por qué no les brindan la seguridad necesaria. Si sabían que es una cárcel y que pueden pasar este tipo de cosas, ¿por qué dejan abierta esa calle por donde pasa todo tipo de vehículos? Además, a los guardias no les dan chalecos antibalas y, cuando terminan su turno, deben caminar solos ese trayecto, quedando expuestos. Deberían priorizar la seguridad en esta zona. Si sellaran esa calle, seguramente esto no hubiera pasado”, reiteró la hermana del dragoneante.
El crimen de Miguel sigue impune
Hasta el momento, las autoridades no han logrado identificar a los autores materiales o intelectuales de este crimen que ha enlutado a toda una familia, mientras esperan que se haga justicia por la muerte de Miguel, cuyos restos reposan en el cementerio El Apogeo, en Bosa.
“Él siempre soñó con ser parte del Inpec. Inició como auxiliar en el municipio de Funza (Cundinamarca). Creció y pasó casi toda su vida en la localidad de Kennedy. Era muy resiliente. Apenas terminó su servicio militar, se presentó para ser dragoneante y ahí comenzó formalmente en la institución. Cuando estaba en Cómbita (Boyacá) nacieron mis otros sobrinos, los mellizos, y como ellos tenían problemas de salud le dieron el traslado.
Afortunadamente no duró mucho pidiéndolo, ya que hace tres meses había llegado a Bogotá, donde lo asesinaron. A él le quitaron la oportunidad de seguir cumpliendo su sueño y de salir adelante. Solo queremos que se haga justicia y que los responsables enfrenten las consecuencias. Ojalá las autoridades se comunicaran, ya que solo nos acompañaron en el sepelio, pero de resto no se ha visto nada, sabiendo que mi madre necesita ayuda psicológica para poder sobrellevar esta pérdida”, concluyó Juliana.





