La última noche de vida de Jeferson Alexander Fernández Díaz transcurrió como muchas otras, especialmente esas propias de los fines de semana que lo habían hecho característico dentro de su grupo social, hasta conseguirle el apodo de Potro. Sin embargo, toda la alegría y confianza fueron interrumpidas por la violencia, una que, según allegados, él ya habría presentido.
Y es que sus instantes finales los pasó entre gotas de sangre y lágrimas. Su vida se esfumó en la sala de urgencias de un centro asistencial al que llegó tras haber sido víctima de un ataque armado a traición, que le provocó un impacto en el abdomen y otro en el rostro.
Fue en la noche del pasado sábado, 1 de noviembre —una jornada marcada por episodios consecutivos de violencia—, cuando la muerte alcanzó a Potro.
El joven se encontraba consumiendo bebidas alcohólicas en un establecimiento comercial ubicado en la doble vía del barrio Siglo XXI, en la Ciudadela La Libertad, Cúcuta, Colombia.
Estuvo allí desde la tarde, en ese punto ubicado en la esquina de la manzana D11. Mientras pasaban las horas y las botellas de cerveza se acumulaban vacías sobre la mesa, nada parecía indicar que aquel joven de menos de 30 años, vestido completamente de negro y con el cabello recién cortado, se convertiría en el objetivo de un violento ataque.
Cerca de las 8:30 p. m., la muerte llegó para arruinar la fiesta. En medio de los demás clientes, apareció un motociclista que descendió de su vehículo, ubicó al Potro entre la multitud y, sin darle oportunidad de reaccionar, desenfundó un arma de fuego.
Apretó el gatillo en repetidas ocasiones y terminó por propinarle dos impactos de bala: uno en el abdomen y otro a la altura del rostro. Las heridas comenzaron a emanar sangre mientras el responsable huía del sector.
El caos se apoderó del lugar, pero los allegados con quienes departía la víctima sabían que el tiempo era crucial. Potro se mantenía consciente y pedía ayuda; su nariz y boca teñidas de rojo, pero sus heridas eran más graves de lo que parecían.
Uno de sus amigos encendió su motocicleta. Fernández Díaz, por sus propios medios, subió como parrillero y se aferró con fuerza a la cintura del conductor, quien rápidamente lo trasladó a la Unidad Básica La Libertad.
A la sala de urgencias llegó el hombre aún consciente, botando sangre y pidiendo auxilio. El personal médico le brindó atención inmediata, pero por más que lo intentaron, ningún esfuerzo fue suficiente para salvarle la vida. Murió poco después, debido a la gravedad de las heridas.
Desconsolados quedaron sus familiares, amigos y pareja sentimental, quienes apenas días atrás habían compartido con él una de sus grandes pasiones: las motocicletas. Participaron juntos en las caravanas que recorrieron la ciudad en los últimos días del mes anterior.
En redes sociales, varios de sus allegados manifestaron que el joven habría tenido una corazonada poco antes del crimen. “A veces es mejor seguir el instinto, y si uno se siente en peligro es mejor irse de donde está e ir a casa. Él me lo dijo; no entiendo por qué no se fue cuando se sintió así”, publicó una amiga en Facebook.
Violencia en La Libertad
Ese no fue el único episodio violento registrado en La Libertad, pues apenas horas antes, Alfonso Rafael Hernández fue víctima de un ataque armado mientras se movilizaba en el barrio Aguascalientes.
Sucedió en la calle 21 con avenida 14, hacia las cuatro de la tarde, cuando el hombre transitaba en motocicleta y dos sujetos a bordo de otro vehículo le dispararon en repetidas oportunidades.
La víctima cayó sobre el asfalto y fue auxiliada poco después, mientras que de los responsables del crimen, no se tiene pista alguna.
